DEBUTAN LOS GEMELOS

    Sólo cinco días después del lanzamiento de la Voskhod-2, la N.A.S.A. contestaba a sus colegas soviéticos con el inicio de los vuelos tripulados de la nave Gemini.

    La GT-3 despegó desde el complejo 19 de Cabo Kennedy el 23 de marzo de 1965. A bordo se encontraban el veterano Gus Grissom y el novato John Young. Sería un viaje rápido, de sólo tres órbitas, lo justo para probar los sistemas y comprobar que todo estaba en orden.

Gus Grissom y John Young (Foto: NASA)Los técnicos preparan la misión GT-3 (Foto: NASA)

Los astronautas ensayan la llegada a la astronave (Foto: NASA)El cohete Titan-II de la misión GT-3 (Foto: NASA)

Los astronautas entrenan el amerizaje (Foto: NASA)Ultimo control médico antes del despegue (Foto: NASA)

    La avanzada sofisticación de la cápsula, capaz de maniobrar en el espacio de manera automática, se había visto culminada con la inclusión de un ordenador cuya potencia le permitía hacer 7.000 cálculos por segundo. Era la primera vez que una nave tripulada transportaba un verdadero ordenador, equipado con programas que procesaban datos de posición y orientación, para calcular el tiempo y la dirección del encendido de los motores. Con él a bordo, los astronautas se sentirían más "pilotos" que nunca, ya que podrían hacer algo más que girar alrededor de la Tierra.

En busca de la nave espacial (Foto: NASA)El despegue de la GT-3 (Foto: NASA)

(Escucha el lanzamiento de la misión GT-3)

La Tierra vista desde la Gemini-3 (Foto: NASA)Los astronautas han amerizado (Foto: NASA)

La rueda de prensa posterior a la misión (Foto: NASA)

    La Gemini-3 amerizó a unos 100 kilómetros del lugar previsto, demostrando que la nueva cápsula estaba lista para mayores aventuras. Al mismo tiempo, el sistema que debería sustituirla un par de años después continuaba su innumerable serie de pruebas y ensayos. Los ingenieros americanos, ciertamente, tenían aún mucho trabajo que hacer, en todos los frentes. El 15 de abril, por ejemplo, realizaron una prueba de encendido estático de la etapa S-II que debería convertirse en la segunda fase del lanzador Saturn-V. Mientras, en la U.R.S.S., todavía se dudaba sobre cuál sería la configuración exacta de su competidor (el N-1).

    El 19 de mayo se realizó otro de los ensayos de la torre de escape de la nave Apolo (Little Joe-II A-003). El vehículo se desintegró tras perder el control. Obviamente, no todo saldría bien en esta época.

    Mucha mejor suerte tendría el despegue de un nuevo ejemplar del Saturn-I. El potente vector (SA-9) colocó en órbita el segundo satélite Pegasus y también transportó una maqueta de la cápsula Apolo.

    Una vez examinados los positivos resultados de la anterior misión Gemini, le volvió a llegar el turno a dicha astronave. La GT-4 voló al espacio el 3 de junio: su objetivo sería idéntico al que había llevado a la Voskhod-2 hasta la órbita. La nave estaba tripulada por James McDivitt, quien ejercía de comandante, y Edward White, el encargado de efectuar el primer paseo espacial americano. Siguiendo los pasos de Leonov, White abrió la escotilla de la Gemini (la cápsula transportaba suficientes reservas de oxígeno como para permitir la despresurización total del vehículo, convirtiendo en superflua la existencia de una esclusa) y evolucionó hacia el vacío espacial. El astronauta llevaba consigo una pistola de oxígeno a presión que le permitía un cierto control en los movimientos, aunque no demasiado. Después de 36 minutos, y muy a su pesar, recibió la orden de retorno al interior de la Gemini. Con un cierto retraso, la N.A.S.A. había igualado el logro soviético e incluso lo había superado.

James McDivitt y Edward White junto a la tripulación de reserva (Foto: NASA)La cápsula Gemini-4 es acoplada a su cohete Titan (Foto: NASA)

Un momento del entrenamiento de la tripulación (Foto: NASA)Los astronautas aprenden a guiarse por las estrellas (Foto: NASA)

Los preparativos previos al despegue (Foto: NASA)La entrada en el interior de la Gemini (Foto: NASA)

    El regreso fue un tanto accidentado, como lo fuera el de la Voskhod-2. Tras cuatro días en órbita, de largo el vuelo más prolongado de los americanos, McDivitt indicó a su ordenador el inicio de la secuencia de reentrada. Éste, empero, fallaría en el último momento, lo que obligó a realizar un descenso manual. El astronauta accionó entonces los retrocohetes con un segundo de retraso, lo que envió a la nave a unos 84 kilómetros del lugar previsto. Afortunadamente, una hora y media después ambos hombres se encontraron a salvo a bordo del barco de rescate, en pleno océano Atlántico.

La GT-4 despega (Foto: NASA)White realiza su paseo espacial (Foto: NASA)

Una imagen famosa (Foto: NASA)White usó una pistola de gas a presión para controlar sus movimientos (Foto: NASA)

La GT-4 se ha posado en el océano (Foto: NASA)Los astronautas se hallan ya en la cubierta del barco de rescate (Foto: NASA)

La cápsula es recuperada (Foto: NASA)

    En general, la misión había sido altamente exitosa. Los astronautas no habían conseguido practicar la orientación y la maniobra de su nave manteniéndola a una distancia fija de la segunda etapa del cohete lanzador, pero esta tarea podría ser llevada a cabo por las siguientes tripulaciones.

    En tierra firme, seguían los ensayos de la maquinaria lunar: el 29 de junio se produjo la segunda prueba Pad Abort, con vistas a comprobar el buen funcionamiento de la torre de escape, el escudo protector de la cápsula y los paracaídas. También se llevaron a cabo encendidos estáticos de las etapas S-IC y S-IVB (15 de agosto), el primer y tercer escalón del cohete Saturn-V, respectivamente. A mediados de la década, pues, América tenía totalmente en marcha el desarrollo de su vehículo lunar, a la espera de los primeros vuelos reales en dirección a la órbita terrestre.

    Los que sí ya estaban dirigiéndose hacia ella eran, de nuevo, los sucesivos ejemplares de su antecesor, el Saturn-I. El último de ellos, el SA-10, partió el 30 de julio con el tercer satélite de detección meteórica Pegasus y otra maqueta de la nave Apolo.

    Desarrollado como respuesta a la supremacía soviética en materia de vectores espaciales, la N.A.S.A. advirtió pronto que el Saturn-I era demasiado potente (y caro) para las cargas actualmente en fase de diseño, de modo que ya no se utilizaría más como cohete espacial. Otros más pequeños (como los Atlas-Agena, Atlas-Centaur, Delta o Scout), se encargarían de la tarea de satelizar la mayor parte de vehículos no tripulados de esta época. De hecho, en octubre de 1963, la N.A.S.A. decidió no utilizar tampoco el Saturn-I junto a cápsulas tripuladas. Falto de trabajo, desapareció de los planes de la agencia. Su sucesor, el Saturn-IB, íntimamente relacionado con el programa tripulado, sí continuaría adelante, en este caso equipado con una nueva segunda etapa adecuada para llevar hasta la órbita los distintos componentes del tren lunar.

    La N.A.S.A. todavía tendría tiempo de lanzar otras tres misiones Gemini antes de finalizar el año. La GT-5 despegó el 21 de agosto transportando a Leroy Cooper y a Charles Conrad. Su objetivo principal sería permanecer tanto tiempo en el espacio como el necesario para ir y volver a la Luna. Meta que lograron de forma contundente: su único problema grave fue un experimento de "cita espacial", el cual, por un fallo en una célula de combustible (el primer dispositivo de esta naturaleza embarcado en una nave y pensado para producir energía eléctrica), tuvo que ser abortado. La tripulación liberó un minisatélite de 30 kilogramos equipado con una baliza luminosa y un repetidor radar, que debía utilizar como punto de referencia para practicar el acercamiento, pero el desajuste en la célula lo evitó. La batería del minisatélite R.E.P. se agotó y hubo que practicar la maniobra con un objetivo "fantasma". Los dos hombres también practicaron ejercicios de agudeza visual: afirmaron haber visto el lanzamiento de un misil Minuteman. La misión finalizó con estas cifras: casi 191 horas y 120 órbitas recorridas, todo un récord para los estadounidenses.

El escudo de la misión (Foto: NASA)Charles Conrad y Leroy Cooper (Foto: NASA)

El Titan, sobre la rampa de despegue (Foto: NASA)Charles Conrad se coloca el traje espacial (Foto: NASA)

Los astronautas se disponen a abordar su nave (Foto: NASA)El lanzamiento de la misión GT-5 (Foto: NASA)

El minisatélite R.E.P. (Foto: NASA)El centro de control de la misión (Foto: NASA)

Los astronautas abandonan su nave (Foto: NASA)Los dos hombres bromean una vez finalizado su viaje (Foto: NASA)

    Antes del despegue de la siguiente Gemini, llegó a Cabo Kennedy (20 de octubre) la primera cápsula real Apolo. La CSM-009 sería integrada con su cohete Saturn-IB el 26 de diciembre, lista para iniciar el programa de ensayos orbitales.

    Coincidiendo con esta llegada, la N.A.S.A. se dispuso a pasar a la siguiente fase Gemini, la que implicaba no sólo a una nave tripulada sino también a otra que no lo era, el llamado Gemini Agena Target Vehicle (G.A.T.V.), una adaptación de la conocida etapa superior que serviría para intentar el acoplamiento entre ambos vehículos.

    Por desgracia, el lanzamiento de la GATV-5002 acabó en fracaso. El cohete Atlas que la transportaba funcionó bien, pero la Agena no encendió su motor y la N.A.S.A. se quedó sin vehículo con el que intentar un encuentro. La salida de la GT-6 fue suspendida a menos de 42 minutos para el despegue.

El cohete Atlas-Agena con el G.A.T.V. (Foto: NASA)Ensayos de acoplamiento en tierra (Foto: NASA)

    Dado que la agencia tardaría demasiado tiempo en tener a punto otro Agena, se decidió cambiar de planes: la Gemini-6 sería lanzada en diciembre, y sería la Gemini-7 quien serviría de vehículo pasivo para practicar el acercamiento. La unión no sería posible pero el experimento justificaría de sobras la inversión.

    Modificados los planes de forma apropiada, la GT-7 fue lanzada el 4 de diciembre con Frank Borman y James Lovell a bordo. Sus objetivos serían diversos: mantendrían la distancia con la segunda etapa de su cohete Titan-II para fotografiarlo, servirían como objetivo para la GT-6, y además permanecerían en el espacio más tiempo que ningún otro ser humano anteriormente. Borman y Lovell se pasarían 14 días en órbita, un récord absoluto que no sería superado hasta 1970 por los cosmonautas de la Soyuz-9.

James Lovell y Frank Borman (Foto: NASA)El interior de la GT-7 (Foto: NASA)

Los astronautas se encaminan a la rampa de lanzamiento (Foto: NASA)Los astronautas penetran en su astronave (Foto: NASA)

El lanzamiento de la GT-7 (Foto: NASA)Borman, en órbita (Foto: NASA)

(Escucha el lanzamiento de la misión GT-7)

La Gemini-6 vista desde la Gemini-7 (Foto: NASA)

    Antes del regreso, los dos hombres recibieron la visita de la Gemini-6, la cual había despegado el 15 de diciembre tripulada por Walter Schirra y Thomas Stafford. Estos últimos llevarían la parte activa de las maniobras, acercando su nave hasta unos 2 metros de la GT-7. Efectuados más de 35.000 encendidos individuales del sistema de propulsión auxiliar de la cápsula, se producía el primer encuentro real de la historia, superando con creces el simulacro de acercamiento ocurrido entre las Vostok-3 y 4 y las Vostok-5 y 6. Las Gemini permanecieron a la vista durante casi un día entero.

Thomas Stafford y Walter Schirra (Foto: NASA)El despegue de la GT-6 (Foto: NASA)

(Escucha el lanzamiento de la misión GT-6)

La GT-7, visible desde la GT-6 (Foto: NASA)La GT-7 maniobra frente a la GT-6 (Foto: NASA)

    Problemas con otra célula de combustible, esta vez en la GT-7, recomendaron el regreso de la Gemini-6 para que los ingenieros no tuviesen que dividir su atención entre dos naves en órbita. Lo hizo el día 16, amerizando a tan sólo 13 kilómetros del lugar designado. Sería la primera reentrada automática del programa.

Los astronautas de la Gemini-6, de nuevo en la Tierra (Foto: NASA)Stafford y Schirra se felicitan por el éxito de su misión (Foto: NASA)

    La Gemini-7 aún permanecería otros tres días en el espacio, en busca del mencionado récord. Sin nada más que hacer excepto esperar, Borman y Lovell leyeron novelas que habían llevado consigo y se distrajeron mirando a través de las ventanillas, intentando siempre ahorrar energía. Una vez conseguido el objetivo perseguido, llegó el momento de la vuelta a casa. Su amerizaje fue todavía más preciso que el de sus compañeros: a tan sólo 11 kilómetros del punto previsto.

El regreso de la GT-7 (Foto: NASA)Los astronautas son rescatados del océano (Foto: NASA)

Lovell y Borman, en la cubierta del barco de rescate (Foto: NASA)

    La N.A.S.A. había confirmado que el encuentro entre dos naves espaciales era posible. Faltaba demostrar que el acoplamiento también lo era, una maniobra necesaria para garantizar el retorno de los astronautas que pisasen la Luna a la nave Apolo situada en órbita, y ése sería precisamente el objetivo de los próximos vuelos llevados a cabo por las Gemini.

 

L-1 y L-3

El Bloque D, diseñado por el grupo de Korolev (Foto: Mark Wade)    Con las dos primeras misiones Voskhod ya concluidas, Korolev se centraría en el programa lunar tripulado. Los últimos meses de 1965 serían críticos, ya que en ellos se tomarían diversas decisiones que influirían en el devenir del proyecto.

    Había, sin embargo, un problema: si el debut de la nueva Soyuz se retrasaba en exceso, ningún soviético volaría al espacio durante mucho tiempo, una situación que podría ser mal interpretada en Occidente. Los propios cosmonautas, en octubre, se atrevieron a mandar una carta a Brezhnev quejándose de la excesiva cantidad de programas en marcha, los cuales amenazaban con paralizar su actividad y sus entrenamientos. Los pilotos tenían muy pocos deseos de quedarse en tierra durante un período demasiado prolongado.

    Desde luego, los recursos financieros no eran ilimitados. Hasta entonces, la U.R.S.S. había elegido muy bien sus objetivos astronáuticos, obteniendo de ellos un gran impacto propagandístico. Pero ahora el número de proyectos diferentes era tan elevado que no había dinero para todos. La propia N.A.S.A. se veía en una situación semejante, con sendos programas meteorológicos, de comunicaciones, de exploración de los planetas, etcétera, en plena fase de desarrollo. Y eso sin contar las inversiones en sistemas militares, nuevos cohetes...

    No sabemos si las razones económicas tuvieron que ver en la decisión de cancelar el programa LK-1 de Chelomei, lo cual es probable, pero sí es lícito argumentar que en ello hubo mucho de maniobra política por parte de Korolev, quien deseaba a toda costa eliminar a un peligroso rival, contendiente y competidor por los escasos fondos disponibles. Si el Gobierno debía pagar el desarrollo de la nave LK-1, probablemente eso retrasaría el de la propia Soyuz, algo que Korolev no quería ni imaginar vistos los progresos del Apolo.

La cosmonave L-1, unida al Bloque D (Foto: Mark Wade)    Chelomei había predicho un vuelo hacia 1967, pero en diciembre de 1965, el programa LK-1 era cancelado "por falta de presupuesto" en favor de la Soyuz, aparentemente en una fase más avanzada de desarrollo. Eso, de todos modos, no quería decir que el vuelo circunlunar fuera a ser también eliminado. Antes al contrario, Korolev ordenó el uso de la Soyuz para esta misma tarea, aunque su adaptación no sería fácil.

    La historia de la LK-1, pues, resultaría más corta de lo esperado. Tras un largo período de diseño, la construcción física de la nave no se inició hasta principios de 1965, momento en el que el grupo industrial encargado de la tarea empezó a encontrar graves dificultades técnicas. El OKB-52 de Chelomei tenía nula experiencia en sistemas tripulados, lo que complicaba sumamente las operaciones. En el instante de su cancelación, hasta 10 cosmonaves LK-1 se encontraban en plena fase de construcción. En agosto de 1965, el proyecto fue suspendido a la espera de una decisión que determinara si era posible resolver los problemas en un período razonable de tiempo. No todo el mundo estuvo de acuerdo con ello.

    De nada le sirvió ahora a Chelomei tener al hijo de Khrushchev trabajando como ingeniero en el OKB-52. Con Korolev rondando por allí como responsable total del programa lunar, los días de la LK-1 estaban contados. La cancelación de diciembre se confirmó el 27 de abril de 1966. El lanzador de la abortada cosmonave (el UR-500K) estuvo a punto de sufrir su mismo destino, pero dado que el equivalente diseñado por Korolev, el N-2 (un N-1 sin primera etapa), nunca podría estar listo a tiempo (1967), se optó por mantenerlo.

La cápsula L-1 (Foto: Mark Wade)    El calendario de 12 vuelos no tripulados y otros 10 tripulados que daba forma al programa circunlunar LK-1 fue eliminado. Ahora, el sistema serviría sólo para probar algunos de los elementos del alunizaje, principal obsesión del ingeniero jefe. Esto permitiría ahorrar tiempo y dinero.

    La LK-1 poseía un sistema de propulsión propio e integrado, así que la Soyuz tendría que ser unida a una etapa suplementaria si debía servir para el vuelo circunlunar. Sin inmutarse, Korolev y su equipo diseñaron el llamado Bloque D, mientras otro candidato, el viejo Bloque A del OKB-52, fue finalmente desestimado.

    Como la Soyuz también se usaría durante el programa de alunizaje, su aplicación al programa circunlunar supondría un ensayo previo a fondo, en condiciones semejantes a las que se encontraría posteriormente. Su configuración, empero, sería modificada, ya que con sus 7 toneladas, era demasiado pesada. Para reducir su masa, de los tres módulos que la componían (servicio, descenso y orbital) se eliminó el último de ellos, circunstancia que rebajó su peso hasta las 5,5 toneladas.

    Obligado a trabajar con el que ahora era su superior, Chelomei acordó junto a Korolev la definición de un nuevo perfil de misión, trazado a grandes rasgos en septiembre de 1965. Consistía en la ya citada utilización de un cohete UR-500K, una etapa superior Bloque D y la versión reducida de la Soyuz 7K-OK (que recibiría el nombre de 7K-L1). En lo sucesivo, el programa circunlunar será conocido por la identificación "L-1" (la misma que el proyecto original de Korolev).

Una de las primeras concepciones sobre la estación M.O.L., basada en el misil Atlas (Foto: Mark Wade)    Al principio, el ingeniero jefe no confiaba demasiado en la fiabilidad del cohete UR-500K, así que decidió que sería más conveniente no lanzar la cosmonave L-1 directamente hacia la Luna. Antes al contrario, ésta sería colocada primero alrededor de la Tierra, sin ocupantes, a la espera de la llegada de una Soyuz 7K-OK convencional con la tripulación. Dos hombres serían entonces transferidos a la L-1 tras un encuentro orbital. Una estrategia que, como veremos, no habría oportunidad de poner en práctica.

    Con Korolev firmemente al mando del programa circunlunar a partir del día de Navidad de 1965, Chelomei se negó a prescindir totalmente de su LK-1. Aunque ya no recibiría más dinero para su desarrollo a partir de la orden ministerial de abril de 1966, se las ingeniaría para mantener una cierta actividad a su alrededor, utilizando para ello recursos procedentes de otras áreas. Es por eso que la LK-1 no desapareció totalmente del panorama espacial.

El definitivo proyecto M.O.L., que debía lanzarse gracias a un cohete Titan-IIIM (Foto: Mark Wade)    A despecho de alejarnos un poco de nuestro hilo argumental, concluyamos la visión histórica de esta nave lunar describiendo brevemente cuál fue su destino final. Contrariado por el giro de los acontecimientos, Chelomei decidió dar un golpe de timón y ofrecer la construcción de una estación espacial militar. El proyecto sería una respuesta a la idea estadounidense denominada M.O.L. (Manned Orbital Laboratory, relacionada con las cápsulas Gemini). Mientras el M.O.L. fue finalmente cancelado, la versión soviética sobreviviría con el nombre de Almaz, contemplando la puesta en órbita de varias de ellas bajo la tapadera de la denominación civil Salyut.

    El diseño básico de la LK-1 se vería muy reflejado aquí: su módulo de propulsión y la zona de espacio presurizado para la carga fructificaría en la cosmonave T.K.S. (Transportnyy Korabl Snabzhenia), mientras que la cápsula habitada (a su vez basada en la Gemini americana) lo haría en la llamada Merkur. El OKB-52 de Chelomei construiría estaciones Almaz unidas a cápsulas Merkur, y también módulos T.K.S. unidos a estas últimas (como debía haberlo hecho la LK-1 original).

    La combinación Merkur/T.K.S., a bordo de cohetes UR-500K, debía servir para llevar cosmonautas a la estación Almaz, pero el retraso en su desarrollo provocó que fueran las Soyuz quienes se ocupasen de esta tarea (trabajo que han desempeñado hasta nuestros días). Cuando más adelante el sistema estuvo listo, fue utilizado para devolver a la Tierra cargas más pesadas y también para ampliar el espacio disponible en las estaciones Salyut-6 y 7.

    La nueva cápsula jamás fue tripulada (aunque sí reutilizada). Las Merkur/T.K.S. volaron con las denominaciones Kosmos-929, 1267 y 1443 entre 1977 y 1983, pero siempre en régimen automático. Además, los T.K.S. se reencarnarían en años subsiguientes: convenientemente modificados se convirtieron en la base estructural que daría forma a los diferentes módulos unidos a la estación Mir. Aún otro más, el llamado FGB/Zarya, se transformó en el primer elemento de la estación espacial internacional (I.S.S.) en 1998. No está mal para un proyecto que empezó mirando hacia la Luna a principios de los años Sesenta y que después fue cancelado por intrigas políticas.

Esquema del sistema T.K.S./Merkur, basado en los estudios lunares de Chelomei (Foto: Mark Wade)Exterior de una cápsula Merkur (Foto: Mark Wade)

Una cápsula Merkur (Foto: Mark Wade)

El panel de mandos de una cápsula Merkur (Foto: Mark Wade)

    Volviendo al tema que nos ocupa en este trabajo, y en cuanto al programa de alunizaje, Korolev y su principal ayudante, Vasily Mishin, consiguieron la aprobación sin oposición de un plan definitivo el 10 de mayo de 1965. Sin el LK-1 de Chelomei, el proyecto LK-700, basado en éste, no tendría ninguna oportunidad de interferir en los planes del ingeniero jefe.

El sistema T.K.S./Merkur fue utilizado junto a la estación Salyut-7 (Foto: Mark Wade)

El T.K.S./Merkur (Foto: Mark Wade)

    La nave de Korolev, consistente en el módulo lunar de descenso y la nave Soyuz completa, recibiría el nombre conjunto de L-3 (YP500/Luna-3). Cada una de sus partes sería desarrollada en el OKB-1, aunque los sistemas de propulsión serían finalmente encomendados al grupo de investigación de Yangel, quien había perdido la oportunidad de promover su propia opción (R-56).

    Según las órdenes del nuevo Ministerio de Construcción de Máquinas Generales, creado en mayo de 1965 y cuyo nombre era un prodigio de ocultación de sus verdaderas competencias, la U.R.S.S. debía depositar a un hombre en la superficie de la Luna en 1968. En octubre, además del personal ya disponible, se reclutaron otros 22 candidatos a cosmonauta para este objetivo. Algunos de ellos estarían destinados a pilotar los vuelos de prueba de la cosmonave Soyuz 7K-OK, y otros harían lo propio con la ambiciosa L-3.

La nave Soyuz LOK (Foto: Mark Wade)

    Esta última, como ya se ha dicho, estaría compuesta por la nave orbital lunar (LOK, Lunniy Orbitalniy Korabl), también denominada Soyuz 7K-LOK, y el módulo lunar de descenso (LK, Lunniy Kabina), situado debajo de la primera. Completaba el conjunto, en la base, la etapa Bloque D. Los tres elementos permanecerían unidos durante el viaje hacia Selene. Completada la inserción en órbita lunar gracias al motor del Bloque D, un solo cosmonauta saldría al exterior para pasar de la LOK a la LK. A continuación, la LK, unida al Bloque D, efectuaría el descenso sobre la superficie del satélite. Por último, el módulo tripulado ascendería hasta la órbita, donde se uniría al LOK para la transferencia del cosmonauta y el regreso a la Tierra.

El módulo lunar LK (Foto: Mark Wade)

Comparativa entre el LK-700 de Chelomei y el LK de Korolev (Foto: Mark Wade)

    El tercer elemento del programa lunar lo constituiría una nueva generación de sondas de exploración no tripuladas. Tras el relativo éxito de las E-6, que aún continuarían siendo lanzadas hasta 1968 en apoyo del proyecto L-3 (serie E-6A), se pondría en marcha en mayo de 1965 un modelo más avanzado (E-8) capaz de aprovechar la potencia del lanzador UR-500K/Bloque D. De su construcción se encargaría el OKB de Babakin, formado en 1965 para hacerse cargo de la construcción de las sondas a partir del Luna-8, ante la imposibilidad de que el OKB-1 de Korolev se ocupara de todos los aspectos del programa espacial. De la misma manera que las L-1, las E-8 tenían que haber utilizado el cohete N-2, pero esto resultó imposible por el retraso (luego definitivo) de su desarrollo. Las E-8 estarían ampliamente relacionadas, como veremos, con el programa tripulado, y a la vez servirían como reserva científica en caso de que éste fracasara.

Comparativa entre las cosmonaves LK-1, LK-700, T.K.S. y L-1 (Foto: Mark Wade)