POR FIN CIENCIA

    Desde el mismo inicio del programa Apolo, el principal objetivo de la N.A.S.A. hab�a sido cumplir con el mandato de Kennedy. �ste s�lo ordenaba enviar a un hombre a la Luna y devolverlo sano y salvo a la Tierra antes de que acabara la d�cada, de manera que ni la exploraci�n ni la ciencia eran asuntos prioritarios. El Apolo surgi� para evitar otro Sputnik, otro Vostok-1, y hasta que un astronauta no hubiera cumplido con la �ltima gran voluntad del Presidente, no se dar�a especial importancia a estas cuestiones.

    Por supuesto, todos los Apolo hasta el n�mero 14, de una u otra forma, realizaron su aportaci�n al conocimiento de nuestro sat�lite. Su meta, sin embargo, resid�a m�s en el logro pol�tico que en la ciencia que pod�an desarrollar. Cumplido el requisito perseguido, el mismo que hab�a obligado a invertir ingentes sumas de dinero durante casi diez a�os, la N.A.S.A. pudo desempolvar los planes que implicaban el aprovechamiento cient�fico de la inmensa infraestructura creada. Estos planes contemplaban incluso la participaci�n de astronautas cient�ficos, aunque m�s adelante. De momento, bastar�a con prolongar el tiempo de estancia de los hombres sobre la superficie, mejorar la capacidad de carga del m�dulo lunar, y proporcionar a los astronautas m�s herramientas e instrumentos (incluyendo un veh�culo m�vil) que permitieran exprimir al m�ximo su estancia en tan remoto paraje.

El escudo de la misi�n Apolo-15 (Foto: NASA)La tripulaci�n del Apolo-15 (Foto: NASA)

    La N.A.S.A. llam� a estas misiones, "misiones J", siguiendo el calendario de vuelos cada vez m�s sofisticados trazado incluso antes del lanzamiento de los primeros veh�culos Apolo.

    El Apolo-15 ser�a el primer representante de la serie J. Con �l, despu�s de los anteriores vuelos de ingenier�a, tambi�n los cient�ficos y no s�lo los tecn�logos tendr�an algo que hacer en la Luna.

    Todo depender�a del nivel de carga que pudiera transportar el m�dulo lunar, un veh�culo que siempre hab�a tenido muchos problemas con el peso y que durante los primeros meses apenas fue capaz de llevar a sus tripulantes hasta su destino y luego devolverlos a la �rbita de nuestro sat�lite. Analizadas las primeras misiones, los ingenieros se sintieron m�s confortables con los m�rgenes disponibles en la m�quina y a�adieron algunas mejoras suplementarias que permitir�an embarcar una mayor cantidad de material (incluyendo el rover o todo-terreno).

Un dibujo del Lunar Rover (Foto: Mark Wade)

Los astronautas se entrenan con el simulador del L.R.V. (Foto: NASA)En el interior de la c�psula Apolo, durante un ensayo (Foto: NASA)

El L.R.V. espera su integraci�n junto al m�dulo lunar (Foto: NASA)Pr�cticas con una reproducci�n exacta del L.R.V. (Foto: NASA)

    Este �ltimo no era sino una simplificaci�n m�xima de otro veh�culo mucho m�s grande que la N.A.S.A. consider� una vez en sus planes (el M.O.L.A.B.). El L.R.V. (Lunar Roving Vehicle) fue construido por Boeing bajo un contrato rel�mpago que se firm� en octubre de 1969. Cost� unos 40 millones de d�lares y consist�a en un chasis que pod�a plegarse y que estaba equipado con cuatro ruedas impulsadas por motores el�ctricos. En vac�o pesaba 209 kilogramos (700 kilogramos completamente pertrechado y con su tripulaci�n de dos hombres). A bordo llevaba una c�mara en color que permitir�a contemplar el despegue del m�dulo lunar, as� como el interesante paisaje que podr�a recorrer.

    El Apolo-15 se dirigir�a hacia el Mare Imbrium, cerca del Monte Hadley. La nave, bautizada como Endeavour (CSM-112), despeg� el 26 de julio de 1971 gracias a su cohete Saturn SA-510. A bordo viajaban David Scott (el comandante), Alfred Worden y James Irwin. Este �ltimo ser�a el piloto del m�dulo lunar Falcon (LM-10).

El SA-510 es llevado a la rampa de despegue (Foto: NASA)Uno de los astronautas es asistido por el personal t�cnico (Foto: NASA)

El lanzamiento (Foto: NASA)La Tierra queda atr�s (Foto: NASA)

(Escucha el lanzamiento de la misi�n Apolo-15)

    El vuelo hacia la Luna fue casi rutinario. Sin sobresaltos y sin problemas. El 30 de julio, el Falcon, con Irwin y Scott, aterrizaba a tan s�lo unos cientos de metros del lugar previsto. En ese punto, y a diferencia de anteriores tripulaciones, los dos hombres iniciaron su per�odo de sue�o. Ya llevaban 11 horas despiertos, lo cual les hubiera impedido resistir una salida extravehicular de 8 horas m�s. A pesar de todo, a�n tuvieron tiempo de abrir por un instante la escotilla y tomar algunas fotograf�as del exterior.

    Completada la fase de sue�o, lleg� el momento de la salida real. La primera tarea consistir�a en desplegar el rover y equiparlo para la traves�a. Viajando a 10 kil�metros por hora, Scott e Irwin tendr�an que soportar la considerable rugosidad del terreno en numerosas ocasiones. No se detendr�an definitivamente hasta situarse a unos 3 kil�metros del Falcon, lugar en el que empezaron su trabajo geol�gico.

La superficie lunar desde el Apolo-15 (Foto: NASA)El m�dulo lunar se recorta sobre el gris�ceo terreno (Foto: NASA)

    El regreso al m�dulo lunar fue sencillo. Hubiera bastando con seguir las huellas dejadas por el rover, pero los astronautas utilizaron su sistema de navegaci�n, que actu� perfectamente. Con s�lo 4 horas y media transcurridas desde que salieron del Falcon, Scott e Irwin a�n pudieron instalar el mini-laboratorio autom�tico ALSEP. En 90 minutos, los dos hombres situaron el laboratorio en su sitio y despu�s intentaron realizar varios agujeros en el suelo. Estos demostraron ser bastante dif�ciles de perforar debido a un fallo de dise�o en las brocas empleadas. Tambi�n colocaron un experimento para el viento solar antes de volver al m�dulo.

    La segunda salida ser�a tanto o m�s exitosa. Si la primera traves�a con el L.R.V. tuvo que hacerse sin que las ruedas delanteras girasen a derecha e izquierda (s� lo hac�an las traseras), durante la noche el problema se solucion� solo y ahora pudieron emplear toda la capacidad de giro del rover. La excursi�n supuso la captura de numerosas muestras, la toma de muchas fotograf�as y la visita a una gran roca de un metro de alto que parec�a ligeramente verdosa debido a los cristales ricos en hierro y magnesio que conten�a.

    De regreso al Falcon, que se encontraba a unos 5 kil�metros de distancia, los astronautas pudieron verlo brillar con claridad a lo lejos, gracias a encontrarse a un nivel ligeramente superior respecto a �l. En sus inmediaciones reanudaron las perforaciones, un trabajo duro debido a las inadecuadas herramientas que deb�an emplear. Una de ellas, al menos, alcanz� los 2,4 metros de profundidad. Despu�s, los dos compa�eros regresaron al Falcon a descansar.

El L.R.V., listo para una traves�a (Foto: NASA)Saludos a la Tierra (Foto: NASA)

(Contempla la reproducci�n del experimento que hizo Galileo)

Los astronautas tratan de mover ciertas muestras interesantes (Foto: NASA)La c�mara del rover contempla la partida de los expedicionarios (Foto: NASA)

El m�dulo de descenso se ha quedado solo (Foto: NASA)El encuentro en �rbita lunar (Foto: NASA)

    Los problemas con las perforaciones provocaron algunos retrasos y la tercera E.V.A. debi� ser acortada antes de iniciarse para poder respetar el horario del retorno a la �rbita. La salida contempl� otra traves�a con el rover y la extracci�n de una muestra subterr�nea que hab�a quedado pendiente del d�a anterior. En esta ocasi�n, los astronautas se alejaron s�lo unos 2 kil�metros. Con poco tiempo disponible, las paradas se hicieron cortas, hasta que lleg� el momento de volver al "campamento" base.

    Tres d�as despu�s del aterrizaje, Scott e Irwin dejaron el lugar que hab�a sido su casa y emprendieron la ruta en direcci�n al Endeavour. Antes de regresar a la Tierra junto a Worden, lanzar�an por la borda un peque�o subsat�lite llamado "Apollo 15, Particles and Fields Subsatellite", el cual deb�a intentar verificar la naturaleza de los misteriosos mascones y medir los campos magn�tico y gravitatorio de la Luna.

El momento del amerizaje perfecto (Foto: NASA)La tradicional recepci�n oficial (Foto: NASA)

(Contempla la placa conmemorativa a los fallecidos en el programa espacial)

Una de las muestras tra�das desde la Luna (Foto: NASA)

    El 7 de agosto, el m�dulo de mando del Apolo-15 amerizaba sin problemas, concluyendo su extraordinaria misi�n. La N.A.S.A. estaba m�s que satisfecha con lo que su tripulaci�n hab�a conseguido, no en vano hab�an demostrado que la instalaci�n de futuras bases cient�ficas permanentes era posible. Otras prioridades impedir�an que este sue�o pudiese llevarse a cabo.

EN AUTOMATICO

    Los sovi�ticos sab�an ya que la apoteosis del Apolo entraba en su fase final. Trabajando bajo esta premisa y con el inter�s de suceder a los americanos en cuanto �stos abandonaran lo que tanto les hab�a costado alcanzar, Yangel se dispuso a realizar el �ltimo experimento relacionado con el m�dulo lunar LK (programa T2K).

Un LK expuesto al p�blico (Foto: Mark Wade)

Un LK en la factor�a (Foto: Mark Wade)

    El lanzamiento, a cargo de un cohete 11A511L, se efectu� el 12 de agosto de 1972. A bordo viajaba el veh�culo T2K n�mero tres, el mismo que, fortuitamente, esclareci� para los analistas occidentales tanto su misi�n como las de sus antecesores, los Kosmos-379 y 398. Ciertamente, una vez en el espacio y bautizado como Kosmos-434, mimetiz� su comportamiento: primero aument� su apogeo hasta los 1.261 kil�metros, simulando el alunizaje, y despu�s volvi� a aumentarlo hasta los 11.384 kil�metros, reproduciendo el despegue desde la superficie selenita. Con ello demostraba el funcionamiento prolongado de su motor y desvanec�a toda duda sobre su efectividad. Yangel lo consider� pues listo para ser tripulado (aunque su versi�n completa, con las patas del tren de aterrizaje, no hab�a sido probada nunca).

    Transcurridos casi diez a�os en el espacio, el Kosmos-434 efectu� su reentrada sobre la atm�sfera (1981). Hac�a apenas tres que la ca�da descontrolada de un sat�lite militar sovi�tico, equipado con un reactor nuclear, hab�a ocasionado un grave revuelo al estrellarse en Canad�, as� que una pol�mica similar se inici� alrededor del Kosmos-434. Los sovi�ticos, para tranquilizar a la opini�n p�blica, negaron que el veh�culo transportase sistema nuclear alguno, declarando que en realidad se trataba de una antigua "cabina lunar", eufemismo con el que se estaban refiriendo al m�dulo lunar experimental T2K. Quedaba as� desvelada la relaci�n de tres misteriosos vuelos con el programa de alunizaje.

Ensayo de penetraci�n en el m�dulo LK (Foto: RKK Energia)El personal t�cnico prepara un LK (Foto: RKK Energia)

    Despu�s del Kosmos-434, los sovi�ticos s�lo ten�an que esperar un lanzamiento exitoso del cohete N-1 para volver a pensar seriamente en enviar cosmonautas a la Luna. Mientras tanto, la �nica exploraci�n posible de la superficie del sat�lite deber�a llevarse a cabo con los cada vez m�s sofisticados medios autom�ticos disponibles, encarnados en la serie de sondas que tan variada fortuna hab�an tenido durante los �ltimos a�os.

    La recogida de muestras era sin duda una actividad que contaba con una cierta prioridad, porque adem�s permit�a analizar con antelaci�n los lugares m�s adecuados, geol�gicamente hablando, para el aterrizaje tripulado.

    La sonda recolectora de muestras E-8-5 n�mero 407 (Luna-18) despeg� desde Baikonur el 2 de septiembre de 1971. Su cohete 8K82K/Bloque D (256-01) la situ� en la ruta adecuada, superado un breve paso por una �rbita baja de aparcamiento.

    Cinco d�as despu�s del lanzamiento, alcanz� las proximidades de su objetivo y accion� su retrocohete. La �rbita resultante, circular, se hallaba a 101 kil�metros de altitud respecto a la superficie lunar. Como siempre, antes de proceder al descenso final, la sonda maniobr� de forma ostensible para situar su periastro lo m�s cerca posible de ella. Hacia el d�a 11, transcurridas 54 �rbitas, todo estaba listo: la nave alcanzaba una distancia m�xima de 100 kil�metros y una m�nima de apenas 18. El anormal tiempo transcurrido desde la inserci�n en �rbita y el descenso propiamente dicho pudo haber sido debido a problemas en el m�dulo de propulsi�n utilizado para las maniobras o a causa de la dificultad de adquisici�n de la zona de alunizaje prevista.

    El encendido del retrocohete hizo descender velozmente a la sonda en direcci�n al Mare Fecunditatis. Seg�n los c�lculos, el Luna-18 toc� la superficie hacia las 07:48 horas UTC, pero no se obtuvo confirmaci�n directa del suceso: el contacto con la sonda se desvaneci� por completo en ese preciso momento.

    El departamento de noticias sovi�tico inform� (de forma sorprendente, ya que no sol�a dar explicaciones sobre los fracasos) que el final del viaje hab�a sido especialmente desafortunado. Seg�n esta versi�n, el territorio elegido para el alunizaje hab�a resultado m�s accidentado de lo esperado, provocando el volcado de la nave y la cancelaci�n de las comunicaciones. No obstante, se han barajado otras posibles razones, como que la velocidad en el momento del contacto hubiese sido demasiado elevada (lo que implicar�a un fallo en el funcionamiento del motor de frenado o en el c�lculo de tiempos). Asimismo, si lo observamos detenidamente, veremos que el lugar previsto para el alunizaje estaba situado a unos 70 kil�metros de donde alunizara anteriormente el exitoso Luna-16, en una zona dominada por el cr�ter Apollonius A. �sta es una vertiente particularmente elevada, llena de picos y monta�as, y el Luna-18 deb�a tomar contacto con la superficie en una depresi�n, entre dos puntiagudos mont�culos. Es posible que el sistema de altimetr�a de la sonda no encontrara a tiempo un lugar adecuado para el alunizaje, resultando �ste a una velocidad distinta de la necesaria. De un modo u otro, el Luna-18 dej� de funcionar tan pronto como lleg� a su destino, finalizando as� su misi�n.

La etapa de retorno de una sonda E-8-5 (Foto: Mark Wade)    Pasar�an entre cuatro y cinco meses antes de que los ingenieros investigasen lo ocurrido y preparasen una nueva E-8-5. Hasta entonces, har�an debutar otro tipo de sonda llamada E-8LS, equivalente al Lunar Orbiter norteamericano y pensada para cartografiar la superficie lunar en busca de un lugar adecuado para el aterrizaje del veh�culo L-3M.

    Debido a la ausencia de un m�dulo de descenso, este tipo de ingenios se hallaba ampliamente modificado para aprovechar al m�ximo la capacidad de lanzamiento del vector Proton. Para solucionar el problema de la configuraci�n de la cosmonave, los ingenieros echaron mano de los elementos de los cuales ya dispon�an. Por eso, los orbitadores Luna no eran otra cosa sino Lunokhods modificados para llevar a cabo este nuevo tipo de tarea.

    Ya hemos dicho que el cuerpo central de un Lunokhod ten�a el aspecto de una "ba�era" circular. Este m�dulo estaba equipado con varios tipos de c�maras, transmisores, bater�as y dem�s clases de instrumentos, lo que lo hac�a adecuado para la tarea. As� pues, el orbitador consist�a en el cuerpo circular de un Lunokhod desprovisto de ruedas y chasis. Se manten�a, eso s�, el sistema de suministro el�ctrico y el panel de c�lulas solares. Dos antenas c�nicas de alta ganancia estaban instaladas en puntos separados para garantizar las transmisiones con el control de tierra. El cuerpo principal estaba unido directamente a un m�dulo de descenso id�ntico al utilizado para depositar a los Lunokhod sobre la Luna. En este caso, las cuatro patas utilizadas para el alunizaje hab�an sido eliminadas. El m�dulo de descenso, no empleado ahora para esta operaci�n, servir�a para proporcionar un alto grado de maniobrabilidad gracias a sus motores. Un doble sistema de propulsi�n completaba el dise�o, permaneciendo junto a la nave en todo momento.

    El peso total de la sonda continuaba sobre los 5.600 kilogramos. El ahorro proporcionado por la ausencia de las patas, las rampas de descenso, el radar alt�metro, etc�tera, era sobradamente compensado por la mejora del sistema fotogr�fico y la cantidad de combustible transportado a bordo. En su funci�n de orbitador permanente, la nave estaba equipada con otros instrumentos capaces de averiguar la composici�n de la superficie gracias a t�cnicas espectrogr�ficas, y con sensores para detectar part�culas de alta energ�a, plasma solar y rayos c�smicos. Una vez m�s, el estudio intensivo de la �rbita de las sondas permitir�a levantar mapas de las zonas denominadas "mascones", responsables de la asimetr�a del campo gravitatorio lunar.

    El Luna-19 (E-8LS n�mero 202) fue lanzado el 28 de septiembre de 1971. Abandonando su �rbita de aparcamiento inicial, a la que hab�a llegado gracias a su cohete 8K82K/Bloque D (257-1), la nave fue dirigida hacia su objetivo. Durante el viaje, el Instituto Astron�mico de Sternberg realiz� observaciones telesc�picas y fotogr�ficas de la sonda hasta distancias de m�s de 120.000 kil�metros de la Tierra.

    La perfecta sincron�a de la operaci�n de acercamiento y frenado permiti� obtener una �rbita circular ideal (140 kil�metros) el 3 de octubre. Una vez en posici�n, el Luna-19 empez� a tomar fotograf�as de la superficie y a recopilar informaci�n del comportamiento solar, de los flujos mete�ricos, etc�tera. El 6 de octubre, redujo su �rbita hasta los 127 kil�metros de altitud. Una maniobra ulterior reducir�a el periastro hasta los 77 kil�metros y aumentar�a el apoastro hasta los 385 kil�metros (26 de noviembre), posibilitando simultanear la observaci�n cercana de ciertos objetivos y la toma de im�genes de gran campo de otros.

    El Luna-19 funcion� durante casi un a�o. Antes del segundo mes hab�a detectado la asimetr�a de los hemisferios norte y sur de la Luna, caracter�stica que comparte con su planeta madre. Las observaciones de la actividad solar fueron particularmente interesantes ya que pudieron ser comparadas con las obtenidas por otras sondas y sat�lites cient�ficos (Venera-7 y 8, Prognoz-1 y 2, Mars-2 y 3) lanzados durante ese mismo per�odo de tiempo. En total, el Luna-19 detect� un m�nimo de 10 protuberancias solares y otros fen�menos relacionados con el habitualmente ca�tico comportamiento del Sol.

Un cohete Proton-K semejante al utilizado en el programa Luna (Foto: MM)    A finales de 1972, dej� de transmitir. Las fotograf�as recibidas, de gran calidad, servir�an a posteriori para levantar mapas de la cara oculta de la Luna y para detectar puntos de alunizaje candidatos para pr�ximas misiones Lunokhod o de retorno de muestras. Por desgracia, ninguna misi�n tripulada los aprovechar�a.

    Mucho antes del cese de operaciones del Luna-19, los ingenieros creyeron haber resuelto las dificultades que hab�an frustrado el intento del Luna-18. As� pues, el lanzamiento de la nueva sonda que viajar�a hacia el cr�ter Apollonius A se desarroll� sin novedad el 14 de febrero. El cohete Proton 8K82K/D (258-01) despeg� desde Baikonur y coloc� al Luna-20 (E-8-5 n�mero 408) en una �rbita de aparcamiento. El Bloque D se encargar�a a continuaci�n de situar al veh�culo en una trayectoria de transferencia hacia nuestro sat�lite.

    El d�a 18, el retrocohete del Luna-20 hac�a ignici�n, reduciendo su velocidad hasta permitirle orbitar alrededor de su objetivo. La �rbita circular obtenida qued� establecida en una altitud cercana a los 100 kil�metros, con una inclinaci�n de 65 grados respecto al ecuador lunar y con un per�odo de revoluci�n de unas 2 horas. Seg�n las autoridades sovi�ticas, estos par�metros difer�an en tan s�lo 1 kil�metro respecto a los valores inicialmente previstos. Contrastando con la larga espera que preceder�a al f�til descenso del Luna-18, la nueva sonda maniobr� r�pidamente, estableciendo una nueva �rbita (21 por 100 kil�metros) al d�a siguiente. Tras numerosas calibraciones y c�lculos, el Luna-20 encendi� su motor de frenado a media tarde del 21 de febrero, e inici� el descenso definitivo.

    El motor actu� durante 267 segundos, lo suficiente como para aminorar la marcha del ingenio tal y como estaba preestablecido. Despu�s de un corto per�odo de tiempo en ca�da libre, la cosmonave encendi� su peque�o pero potente motor otra vez y se dirigi� hacia su punto de destino. Tanto el alt�metro como el ordenador de a bordo realizaron los c�lculos necesarios para garantizar la suavidad del descenso, completando su trabajo de forma enteramente autom�tica. Una vez apagado el retrocohete, los �ltimos metros transcurrieron con la �nica participaci�n de los motores de control de posici�n. El Luna-20 acab� alunizando sin dificultades a apenas 5 kil�metros del punto de impacto del Luna-18 y a unos 130 al sur del Luna-16.

    Es curiosa la elecci�n de esta zona. La versi�n oficial del descalabro del Luna-18 mencionaba que el accidente se hab�a producido debido a la impracticabilidad del terreno. Si as� hubiera sido, no parec�a razonable enviar otra sonda hacia el mismo lugar, lo que suger�a que el Luna-18 hab�a fracasado m�s por un problema t�cnico que por los accidentes de la zona.

    Inmediatamente despu�s del alunizaje, el brazo manipulador telesc�pico, armado con su herramienta toma-muestras, escarb� en el suelo y recogi� cierta cantidad de material. El sistema utilizado para obtenerlo consist�a en una broca giratoria que adem�s percut�a en el terreno. Perjudicado por la mala suerte, el mecanismo encontr� roca dura y le fue dif�cil funcionar, recalent�ndose m�s de lo debido. El suelo donde descansaba el Luna-20 debi� ser muy distinto a lo predicho con anterioridad, puesto que apenas pudieron obtenerse unos 50 gramos de material.

    El movimiento del brazo mec�nico hab�a sido, sin embargo, m�s f�cil de gobernar en esta ocasi�n. El Luna-20 llevaba a bordo un fot�metro que pod�a transmitir im�genes televisivas del lugar, permitiendo posicionarlo en el punto m�s adecuado.

    El 22 de febrero, una c�psula con la escasa pero preciosa muestra iniciaba el camino de retorno hacia la Tierra. Dos d�as despu�s, la esf�rica navecilla penetraba en la atm�sfera terrestre y era recuperada por los equipos de rescate sovi�ticos. Soportado el largo frenado aerodin�mico, la c�psula hab�a desplegado su paraca�das y hab�a tomado contacto con la nevada superficie. El transmisor incorporado en su interior facilit� enormemente su localizaci�n y posterior recuperaci�n. Sin embargo, cay� en una isla del r�o Karakingir, a 40 kil�metros al noroeste del Dzhezkazg�n, y la recogida se retras� a consecuencia de una tormenta de nieve.

    La peque�a cantidad de muestras transportadas fue r�pidamente almacenada en el contenedor de microclima protegido y puesta a disposici�n de la comunidad cient�fica. Posteriores an�lisis descubrieron que el material conten�a no menos de 70 elementos qu�micos distintos, adem�s de ser m�s ligero y denso que el otro grupo de muestras ya estudiado.

EL SISTEMA DLB

    Reconociendo que los sovi�ticos no llegaron ni siquiera a pisar nuestro sat�lite, sus planes iban m�s lejos que la simple visita de una o varias tripulaciones durante limitados per�odos de tiempo.

    De la misma manera que los Estados Unidos hab�an ideado el programa Horizon, la U.R.S.S. hab�an contemplado la instalaci�n de una base lunar permanente y con marcados objetivos militares. Sin embargo, la idea no madur� en la mente de Korolev hasta que se vio dise�ando el cohete N-1. Como todo vector poderoso, sus aplicaciones eran escasas debido a la excepcionalidad de su carga �til, con lo que se har�a necesario buscar otras metas que pudiera realizar (l�ase justificar su desarrollo). As�, en 1962, las conversaciones entre el ingeniero jefe y Vladimir Barmin fructificaron en un compromiso por el cual Korolev desarrollar�a el cohete con la potencia adecuada y Barmin una base lunar con capacidad para nueve habitantes.

Algunos de los componentes del programa DLB (Foto: Mark Wade)

    Sin la aprobaci�n del Gobierno, los estudios preliminares de la que se har�a llamar DLB (Base Lunar de Larga Duraci�n) se realizar�an a un muy bajo nivel, lo indispensable para mantener vivo el proyecto durante varios a�os y con un m�nimo presupuesto.

    La construcci�n de la base significar�a un reto para la ingenier�a sovi�tica e implicaba la localizaci�n de un lugar apto para su instalaci�n (decisi�n que ser�a apoyada por la exploraci�n sistem�tica de las zonas candidatas mediante veh�culos Lunokhod y sondas de recogida de muestras). Entre sus objetivos tambi�n estar�an el cient�fico y el minero (el descubrimiento de helio-3, futuro combustible nuclear para los reactores de fusi�n, en las muestras lunares tra�das por los astronautas ser�a un hecho de singular importancia).

M�dulos del programa DLB (Foto: Mark Wade)

Maqueta de una colonia DLB (Foto: Mark Wade)

Maquetas a escala de algunos de los componentes DLB (Foto: Mark Wade)

    Para facilitar su montaje, la base estar�a formada por hasta nueve m�dulos independientes, todos ellos alimentados por reactores nucleares. Los m�dulos ser�an inflables para aumentar el espacio disponible y al mismo tiempo facilitar el transporte desde la Tierra.

    En 1967, un prototipo de uno de los m�dulos fue utilizado en tierra para experimentar con tripulaciones que vivieron durante muchos d�as en aislamiento. El resultado obtenido oblig� a realizar diversas mejoras en el dise�o para reducir la carga psicol�gica de sus inquilinos.

    Hacia 1971, el dise�o de la base lunar estaba muy avanzado (aunque no aprobado) y contemplaba el uso de los nuevos veh�culos L-3M, as� como de las etapas criog�nicas con las que ser�a dotado el N-1 (Bloque Sr). El m�dulo lunar L-3M fue optimizado en esta �poca, haci�ndolo m�s grande y pesado (25 toneladas). La c�psula de descenso Soyuz, en vez de permanecer unida por su base a la etapa impulsora (DU), permanecer�a suspendida por arriba en el interior presurizado de una especie de campana esf�rica (OB). Esto permitir�a a los cosmonautas disponer de mayor espacio sin usar trajes espaciales. Hubiera posibilitado asimismo llevar a cabo estancias sobre la Luna de hasta tres meses para una tripulaci�n de tres personas.

Disposici�n de los m�dulos habitables DLB (Foto: Mark Wade)

Visi�n lateral y frontal de un m�dulo habitable DLB (Foto: Mark Wade)

    Si bien el proyecto interes� a Ustinov, no se lleg� a un acuerdo en cuanto a si era conveniente proceder con su desarrollo inmediato (recordemos que no se hab�a producido todav�a ni un s�lo vuelo exitoso del cohete N-1). La colosal factura de la base hace muy improbable que �sta hubiera llegado a construirse.

Propuesta de versi�n de N-1 para lanzar naves tripuladas hacia un complejo MOK (Foto: Mark Wade)

    Sin la garant�a de la disponibilidad del N-1 no era posible llegar a compromisos demasiado costosos respecto a futuras utilidades del vector. Otro programa, investigado a finales de 1972, consideraba su uso para colocar en �rbita terrestre a un complejo llamado MOK, una especie de estaci�n espacial compuesta por diversos m�dulos, unidos entre s� o en vuelo independiente. Para mantener a esta gigantesca estaci�n, los ingenieros idearon una rara versi�n del N-1: un veh�culo de una sola etapa (el Bloque A), con 16 motores NK-33 consumiendo hidr�geno y ox�geno l�quidos y 4 motores LACE alimentados por hidr�geno l�quido y ox�geno atmosf�rico. Podr�a transportar una peque�a lanzadera recuperable. m�s